La Agencia Espacial Europea ha envíado recientemente una nave a Marte con el propósito de arrojar luz sobre el eterno conflicto de si existe vida en el planeta rojo. La misión se divide en dos partes; en la primera, la sonda orbitará sobre Marte y un módulo descenderá para realizar estudios de ensayo y exploración; y en la segunda, un vehículo robótico taladrará su superficie en busca de muestras que serán analizadas posteriormente. Mientras tanto, los terrícolas permaneceremos expectantes por si algún marciano decide favorecer la expedición con algún método fabuloso, o se inclina por irrumpir en nuestro planeta con intención beligerante, que con razón su planeta lleva el nombre del dios de la guerra. Ahí lo tienen en el famoso lienzo de Velázquez concibiendo alguna masacre.
También la Música ha sabido retratar a Marte. El compositor inglés Gustav Holst compuso durante los años de la Primera Guerra Mundial su obra más conocida: "The Planets". Se trata de una Suite Sinfónica que recorre el Sistema Solar representando sus planetas según sus implicaciones astrológicas.
Centrémonos brevemente en el primer movimiento, "Marte, el portador de la guerra", compuesto precísamente en 1914. Para crear su característico clima de inestabilidad se valió del compás de cinco por cuatro, tan poco amigo de los oídos occidentales. La pieza oscila sobre un ritmo ostinato de carácter marcial ilustrado por las cuerdas, que parecen sugerir un cabalgar amenazante. Añadimos a esto una estructura bitonal y un empleo estridente de los metales y ya tenemos la guerra a punto. Conviene hacer notar que esta pieza sirvió de influencia para otros compositores que quisieron mostrar la guerra o sus elementos, y el lector avispado sabrá reconocer en la audición de "Marte" algunos rasgos de la famosa Marcha Imperial de John Williams.
También la Música ha sabido retratar a Marte. El compositor inglés Gustav Holst compuso durante los años de la Primera Guerra Mundial su obra más conocida: "The Planets". Se trata de una Suite Sinfónica que recorre el Sistema Solar representando sus planetas según sus implicaciones astrológicas.
Centrémonos brevemente en el primer movimiento, "Marte, el portador de la guerra", compuesto precísamente en 1914. Para crear su característico clima de inestabilidad se valió del compás de cinco por cuatro, tan poco amigo de los oídos occidentales. La pieza oscila sobre un ritmo ostinato de carácter marcial ilustrado por las cuerdas, que parecen sugerir un cabalgar amenazante. Añadimos a esto una estructura bitonal y un empleo estridente de los metales y ya tenemos la guerra a punto. Conviene hacer notar que esta pieza sirvió de influencia para otros compositores que quisieron mostrar la guerra o sus elementos, y el lector avispado sabrá reconocer en la audición de "Marte" algunos rasgos de la famosa Marcha Imperial de John Williams.
Los graves asuntos marcianos han sido tratados en otras películas de extraterrestres, todas ellas con excelentes bandas sonoras. Tanto las míticas "The day the Earth stood still" o "It came from outer space" como "Mars Attacks" presentan en sus partituras tremendos pasajes ligados a los estragos de una invasión fenomenal. Pero la originalidad de estas bandas sonoras reside en el empleo de un raro instrumento que, desde su creación, se ha perpetuado como representante de lo onírico, lo sobrenatural y lo extraterrestre. Nos referimos al Theremín.
El Theremín es un instrumento atípico que nadie nos ensañará a tocar en un Conservatorio. Fue inventado por el violonchelista ruso Lev Termen en 1920, como respuesta a una necesidad nacional de encontrar nuevas aplicaciones a la electricidad. Básicamente es una caja de la que sobresalen dos antenas. Una antena vertical es responable de la altura del tono, y otra horizontal controla el volumen. Estas antenas producen ondas que al interferir entre sí provocan unos sonidos parecidos a una mezcla de violonchelo y soprano. La dificultad radica en que el intérprete no ejerce en ningún momento contacto con el instrumento; controla el sonido moviendo las manos en el aire. Cuando la mano se acerca a la antena vertical aumenta la altura del sonido, y cuando se acerca a la horizonal aumenta su volumen.
Precisamente por la idiosincrasia de su sonido y por su "inmaterialidad" se ha empleado con frecuencia para representar, además de las invasiones marcianas, episodios oníricos y paranormales. Miklos Rozsa, por ejemplo, usó el Teremín para la banda sonora de la película "Recuerda", esa cinta de Hitchkock en la que Gregory Peck se sumerge en su inconsciente para resolver un enigmático entuerto. Pero antes ya lo había utilizado Elmer Bernstein en "Los diez mandamientos", en el pasaje en que las plagas diezman al pueblo de Ramsés, y Dimitri Shostakovich en "Odna", una película de 1931.
El Theremín es un instrumento atípico que nadie nos ensañará a tocar en un Conservatorio. Fue inventado por el violonchelista ruso Lev Termen en 1920, como respuesta a una necesidad nacional de encontrar nuevas aplicaciones a la electricidad. Básicamente es una caja de la que sobresalen dos antenas. Una antena vertical es responable de la altura del tono, y otra horizontal controla el volumen. Estas antenas producen ondas que al interferir entre sí provocan unos sonidos parecidos a una mezcla de violonchelo y soprano. La dificultad radica en que el intérprete no ejerce en ningún momento contacto con el instrumento; controla el sonido moviendo las manos en el aire. Cuando la mano se acerca a la antena vertical aumenta la altura del sonido, y cuando se acerca a la horizonal aumenta su volumen.
Precisamente por la idiosincrasia de su sonido y por su "inmaterialidad" se ha empleado con frecuencia para representar, además de las invasiones marcianas, episodios oníricos y paranormales. Miklos Rozsa, por ejemplo, usó el Teremín para la banda sonora de la película "Recuerda", esa cinta de Hitchkock en la que Gregory Peck se sumerge en su inconsciente para resolver un enigmático entuerto. Pero antes ya lo había utilizado Elmer Bernstein en "Los diez mandamientos", en el pasaje en que las plagas diezman al pueblo de Ramsés, y Dimitri Shostakovich en "Odna", una película de 1931.
Una de los más grandes intérpretes de Theremín fue Clara Rockmore. Adiestrada como violinista abandonó su instrumento por algún problema con sus manos y se convirtió en una extraordinaria tereminista. Recientemente hemos celebrado su centésimo quinto aniversario. Con su interpretación del Cisne de Saint-Saëns nos despedimos hoy, pero no sin antes referir al lector interesado a la página Theremin World, donde aprenderá -si sabe inglés- historias, mecanismos y anécdotas del instrumento, y si es curioso, a tocarlo.