Gog es un personaje peculiar de Giovanni Papini, de los que a muchos nos gusta admirar en la distancia. Incluyamos en esto al mismo Papini, por haber dicho ya varios estudiosos que este Gog no es otra cosa que un alter-ego del literato. Gog es un ser humano de aspecto repugnante, próximo a la decrepitud, solitario y silencioso, a quien el autor dice haber conocido en un sanatorio. Entrenado en el arte de apaciguar locos, pronto se gana la confianza de este fenómeno y averigua que se trata de un próspero negociante que, habiendo hecho grandes fortunas, ha dedicado muchos años al ejercicio de formarse, viajar y aprender; y de todo ello ha dado señas en unos legajos en forma de diarios. Estos diarios se los cede con gusto al escritor italiano, y es por su notable edición y traducción que ahora se encuentran al alcance de cualquier lector interesado.
Entre los episodios conservados está aquél en que varios compositores imploran una cantidad para la composición de una música revolucionaria. Así, un músico boliviano le pide dinero para costearse la creación de "una música del silencio". "Toda música tiende al silencio", se justifica el artista, "he encontrado la manera de prescindir de la armazón superflua de las notas y le ofrezco el silencio en su estado genuino de pureza". Dicho esto, procede Gog a detallar la interpretación de esta Sinfonía: "Nadie se movió, no se oyó sonido alguno, solamente el director se movía (...) como si oyese una melodía que le era revelada a él sólo".
Este sobre Giovani Papini es solamente uno de los pensamientos que me inspiró la contemplación del Cuadrado negro sobre fondo blanco, del pintor ruso Kazimir Malevich, que en estos momentos forma parte de la selección prestada por el Hermitage para la célebre exposición del Museo del Prado, un tanto ensombrecida por el hallazgo de la nueva Mona Lisa. No ha de ser casualidad que el público de esta exposición se agolpe alrededor de la Mujer con sombrero negro de Van Dongen y haga en ésta gestos de admiración, y en cambio mire ceñudo y desconfiado este Cuadrado negro abandonado y desatendido. La analogía musical es clara, y esto se debe a que primero, en su forma de abstracción pictórica se observan notables equivalencias con las de abstracción musical; y segundo, que la actitud del público ante tales abstracciones muestra también una innegable similitud. Intentemos perseguir esta idea con el solo propósito de ver hasta dónde nos lleva. Soy consciente de que a muchos les parece este tipo de arte una solución hábil a carencias técnicas concretas, cuando no una simple tomadura de pelo. Sigamos, no obstante, el consejo que nos da Shopenhauer en el "Arte de tener razón", y que sugiere la necesidad, para el bien de cualquier discusión, de alcanzar al menos un acuerdo sobre algo, y acordemos, por tanto, que nos hallamos ante verdaderas obras de arte representativas del sentir de su tiempo.
El Cuadrado de Malevich pertenece al Suprematismo, que promueve el rechazo de la figuración en favor de las cualidades expresivas del color. Por ello sus cuadros muestran figuras de diversos colores que fluyen sobre un fondo blanco. La idea que subyace bajo esta resolución es la de Kandinsky, según la cual el artista ha de superar la apariencia superficial y buscar una realidad más profunda (más psicológica, si se prefiere). Para ello recurre a los colores, que pueden transmitir verdades espirituales que se ocultan más allá de las apariencias cotidianas. Kandinsky expuso sus criterios en su libro "De lo espiritual en el arte", y en él abordó el complejo tema de los efectos psicológicos del color y de sus equivalencias con los sonidos musicales: "El segundo resultado principal de la contemplación del color, es decir, el efecto psicológico de éste (...) Aquí aparece la fuerza psicológica del color, que provoca una vibración anímica (...) finalmente, la calidad acústica de los colores es tan concreta que a nadie se le ocurriría reproducir la impresión que produce el amarillo claro sobre las teclas bajas del piano..."
De todas formas, la abstracción no es un logro que deba atribuirse solamente a la pintura. Toda obra de arte es hija de su tiempo, así dice Kandinsky al principio de su opúsculo, y por ello lo son también las corrientes que la adoptan. La arquitectura tampoco es ajena a esa transformación. Tal vez fue Frank Lloyd Wright el primero en comprender que lo importante de una casa no era tanto su fachada exterior como las habitaciones en que la vida se desarrolla; si la casa era cómoda y se adaptaba a las exigencias de sus moradores, qué importancia habrían de tener la decoración exterior y la simetría. ¡Fuera las cornisas, fuera las molduras, abajo toda decoración superflua! Lo que realmente vale es el interior, y éste no lo podemos representar sirviéndonos de las formas tradicionales. Así pensaron los pintores, y así lo hicieron también los músicos, que por suerte de un proceso de reducción y desintegración llegaron a una música altamente expresiva, desvinculada de los recursos habituales de la tonalidad.
Una vez más asistimos a la equivalencia de las artes. La abstracción sugiere eliminar, simplificar o reducir, y en pro de esta reducción suele hacerse una división más o menos aceptada entre abstracción orgánica y abstraccción geométrica, mostrando la primera un aspecto más suelto del proceso creativo, y la segunda una reducción de la forma tradicional a sus elementos más primigenios, es decir, el trazo, la línea. Entiendo la equivalencia orgánica en las abstracciones musicales de Scriabin; y las geométricas en los logros seriales de la Segunda Escuela de Viena encabezada por Schoenberg, y por el posterior Serialismo Integral, liderado por Stockhausen y Messiaen.
Pero volvamos, y con ello concluimos, al asunto de los colores y de los sonidos. Kandinsky volverá a guiarnos por este engorroso sendero hacia la comprensión de la simbología del blanco y del negro. "El blanco, que a veces se considera un no color, es el símbolo de un mundo donde han desaparecido todos los colores (...) ese mundo está tan por encima que no nos alcanza ninguno de sus sonidos. De ahí nos viene un gran silencio (...) por eso el blanco actúa sobre nuestra alma como un gran silencio absoluto. Interiormente suena como un no sonido que puede equipararse a determinadas pausas musicales (...). El negro suena interiormente como la nada sin posibilidades, como la nada muerta, como un silencio eterno sin futuro ni esperanza. Musicalmente es una pausa completa y definitiva; exteriormente es el color más insonoro..."
Aquí tenemos, pues, al Cuadrado Negro sobre fondo blanco de Malevich, pero... ¿cuál es su analogía musical? ¿Tal vez la idea de locos del boliviano de Papini? Concluyamos con la composición que a mi me parece más análoga al cuadrado negro, pero nadie lo tome a risa, pues la obra que presento a continuación es, sin duda, la más representativa de su compositor.... ¡afinemos el oído!
1.-) David Tudor interpreta la conocida obra de John Cage 4'33''
Este sobre Giovani Papini es solamente uno de los pensamientos que me inspiró la contemplación del Cuadrado negro sobre fondo blanco, del pintor ruso Kazimir Malevich, que en estos momentos forma parte de la selección prestada por el Hermitage para la célebre exposición del Museo del Prado, un tanto ensombrecida por el hallazgo de la nueva Mona Lisa. No ha de ser casualidad que el público de esta exposición se agolpe alrededor de la Mujer con sombrero negro de Van Dongen y haga en ésta gestos de admiración, y en cambio mire ceñudo y desconfiado este Cuadrado negro abandonado y desatendido. La analogía musical es clara, y esto se debe a que primero, en su forma de abstracción pictórica se observan notables equivalencias con las de abstracción musical; y segundo, que la actitud del público ante tales abstracciones muestra también una innegable similitud. Intentemos perseguir esta idea con el solo propósito de ver hasta dónde nos lleva. Soy consciente de que a muchos les parece este tipo de arte una solución hábil a carencias técnicas concretas, cuando no una simple tomadura de pelo. Sigamos, no obstante, el consejo que nos da Shopenhauer en el "Arte de tener razón", y que sugiere la necesidad, para el bien de cualquier discusión, de alcanzar al menos un acuerdo sobre algo, y acordemos, por tanto, que nos hallamos ante verdaderas obras de arte representativas del sentir de su tiempo.
El Cuadrado de Malevich pertenece al Suprematismo, que promueve el rechazo de la figuración en favor de las cualidades expresivas del color. Por ello sus cuadros muestran figuras de diversos colores que fluyen sobre un fondo blanco. La idea que subyace bajo esta resolución es la de Kandinsky, según la cual el artista ha de superar la apariencia superficial y buscar una realidad más profunda (más psicológica, si se prefiere). Para ello recurre a los colores, que pueden transmitir verdades espirituales que se ocultan más allá de las apariencias cotidianas. Kandinsky expuso sus criterios en su libro "De lo espiritual en el arte", y en él abordó el complejo tema de los efectos psicológicos del color y de sus equivalencias con los sonidos musicales: "El segundo resultado principal de la contemplación del color, es decir, el efecto psicológico de éste (...) Aquí aparece la fuerza psicológica del color, que provoca una vibración anímica (...) finalmente, la calidad acústica de los colores es tan concreta que a nadie se le ocurriría reproducir la impresión que produce el amarillo claro sobre las teclas bajas del piano..."
De todas formas, la abstracción no es un logro que deba atribuirse solamente a la pintura. Toda obra de arte es hija de su tiempo, así dice Kandinsky al principio de su opúsculo, y por ello lo son también las corrientes que la adoptan. La arquitectura tampoco es ajena a esa transformación. Tal vez fue Frank Lloyd Wright el primero en comprender que lo importante de una casa no era tanto su fachada exterior como las habitaciones en que la vida se desarrolla; si la casa era cómoda y se adaptaba a las exigencias de sus moradores, qué importancia habrían de tener la decoración exterior y la simetría. ¡Fuera las cornisas, fuera las molduras, abajo toda decoración superflua! Lo que realmente vale es el interior, y éste no lo podemos representar sirviéndonos de las formas tradicionales. Así pensaron los pintores, y así lo hicieron también los músicos, que por suerte de un proceso de reducción y desintegración llegaron a una música altamente expresiva, desvinculada de los recursos habituales de la tonalidad.
Una vez más asistimos a la equivalencia de las artes. La abstracción sugiere eliminar, simplificar o reducir, y en pro de esta reducción suele hacerse una división más o menos aceptada entre abstracción orgánica y abstraccción geométrica, mostrando la primera un aspecto más suelto del proceso creativo, y la segunda una reducción de la forma tradicional a sus elementos más primigenios, es decir, el trazo, la línea. Entiendo la equivalencia orgánica en las abstracciones musicales de Scriabin; y las geométricas en los logros seriales de la Segunda Escuela de Viena encabezada por Schoenberg, y por el posterior Serialismo Integral, liderado por Stockhausen y Messiaen.
Pero volvamos, y con ello concluimos, al asunto de los colores y de los sonidos. Kandinsky volverá a guiarnos por este engorroso sendero hacia la comprensión de la simbología del blanco y del negro. "El blanco, que a veces se considera un no color, es el símbolo de un mundo donde han desaparecido todos los colores (...) ese mundo está tan por encima que no nos alcanza ninguno de sus sonidos. De ahí nos viene un gran silencio (...) por eso el blanco actúa sobre nuestra alma como un gran silencio absoluto. Interiormente suena como un no sonido que puede equipararse a determinadas pausas musicales (...). El negro suena interiormente como la nada sin posibilidades, como la nada muerta, como un silencio eterno sin futuro ni esperanza. Musicalmente es una pausa completa y definitiva; exteriormente es el color más insonoro..."
Aquí tenemos, pues, al Cuadrado Negro sobre fondo blanco de Malevich, pero... ¿cuál es su analogía musical? ¿Tal vez la idea de locos del boliviano de Papini? Concluyamos con la composición que a mi me parece más análoga al cuadrado negro, pero nadie lo tome a risa, pues la obra que presento a continuación es, sin duda, la más representativa de su compositor.... ¡afinemos el oído!
1.-) David Tudor interpreta la conocida obra de John Cage 4'33''
2.-) Los tres últimos Estudios para piano de Scriabin
3.-) Etude "Mode de valeurs et d'intesités", de Messiaen, que muchos tienen por origen del Serialismo Integral.
Bueno....el blanco no es la ausencia de color, sino todo lo contrario. La luz del sol (espectro electromagnético) la percibimos como blanca gracias a la suma de tres colores que llamamos primarios. No debemos confundir los verdaderos primarios (rojo,azul,amarillo) con los que pueden ver nuestros ojos: (rojo, verde y azul) el consabido RGB de los archivos de imágenes. El verde que percibimos por el ojo está compuesto de azul y amarillo. Como el azul ya lo vemos por otro receptor (bastoncillo), nos queda el amarillo como primario verdadero.
ResponderEliminarSi descomponemos una luz blanca pasándola por un medio no paralelo (esto es, que por donde sale la luz no es paralelo a por donde entra) como un prisma de cristal, los colores se separan. Por lo tanto podemos afirmar que el la luz blanca está formada por 3 colores. Cuando esta luz blanca llega al lienzo, este por sus características físicas, absorbe muy poco blanco (de la luz), reflejándola casi toda hacia el observador. En realidad cuando un pintor pinta, lo que hace es restar color a ese blanco. Por lo tanto, el pintor, en realidad, es un escultor de colores.
Vaya, me apunto estos datos para mi mayor conocimiento! Si le hubieras dicho esto a Kandinsky tal vez te hubiera respondido con una de sus notas al pie, que dice "todas estas afirmaciones son resultado de un sentimiento empírico anímico y no se basan en ninguna ciencia positiva".
EliminarEn realidad cuando dice que a veces el blanco no se tiene por color, culpa de esto a los impresionistas, diciendo "que no ven el blanco en la naturaleza", y menciona una carta de Van Gogh en que éste se pregunta si una pared blanca puede pintarse directamente blanca. ¿qué significa todo esto?
Luego continua Kandinsky diciendo "no en vano el blanco es el color de la alegría pura y de la pureza inmaculada..." con lo que al final admite que si es un color.
Gracias por tus aclaraciones!!
El blanco puro no puede representarse por medio de ninguna pintura, pues los pigmentos que usamos para crear blanco en ningún caso son luces. Esto plantea un problema serio y es que es imposible aplicar correctamente la teoría del color por medio de pigmentos, pues cada uno de ellos no solo no es puro, sino que contiene trazas de otros colores. Así; el azul ultramar contiene rojo y aunque lo veas azul, al mezclarlo con otro color actuará como violeta. Podemos concluir que es imposible pintar algo de blanco, entre otras cosas, además, por que en cualquier blanco aparecen los colores de las cosas que rodean a la cosa blanca. La búsqueda del blanco puro es así infructuosa. Si tu me describes algo blanco puro, sin ningún color que le afecte (y recordamos que las cosas no tienen color, sino que reflejan luces) yo te doy un beso.
ResponderEliminarLa psicología del color es muy comlicada, porque depende de la cultura. De esta manera afirmaciones categóricas como las del tal Kandinsky acerca del blanco son un mayúsculo disparate que demuestra su total incapacidad para trabajar con el color. Muchos pintores han sido y son sobrevalorados y la realidad artística y técnica es que no solo no tenían ni idea sino que además eran pésimos profesionales.
Cuando veo óleos de las primeras etapas de estos pintores, o dibujos, y cuando escucho las obras primeras de Schonberg o Messiaen, creo que esta gente pintaba y componía bien... Según tu opinión profesional ¿qué crees que los impulsó a abandonar un estilo que podían explotar para dedicarse a cuadrados y lineas extrañas?
EliminarPor otro lado te voy a sorprender con un color blanco que seguro que conoces, pero no hace falta que me des el beso... Se trata del "blanco nuclear", que es el se nos pone a los canarios cuando pasamos en Madrid más de tres meses seguidos sin darnos un chapuzón en Las Canteras! :)
Gracias otra vez por esta interesante teoría; y si no te importa incluyo el enlace a tu Teoría de los colores: www.clasedepintura.com/p/teoria.html
Creo que hay varios motivos para abandonar la academia y dedicarse a hacer especulaciones abstractas. Voy a enumerarlas para simplificar.
ResponderEliminar1-Falta de preparación
2-Falta de habilidad natural
3-Desprecio por lo establecido
4-Ser despreciado por un colectivo (venganza)
5-Drogas y vida desordenada
Estos motivos pueden llevarte a desarrollar un patología defensiva que es pintar como te de la gana, sin atender a normas y pasándotelo todo por ahí. Es como si yo cogiera un piano, le diera cuatro golpes en un lateral (en la madera) y la gente dijera que eso es una gran obra musical. El éxito final de este tipo de pintura se fundamenta en la labor comercial de los galeristas, que siguiendo los mismos puntos anteriores desprecian el trabajo de un pintor de calidad. Además existe el problema de la comercialidad de la obra. Un pintor abstracto produce mucho más deprisa que uno figurativo y la obra por tanto puede venderse más barata, además de aumentar la cadencia de las exposiciones. Es sintomático, sin embargo que pintores como Antonio López sean admirados por absolutamente todos, sin dudas ni titubeos. Lo cual a mi me presenta una pintura universal y entendible, llena de técnica y observación así como de conocimiento. A muchos "artistas" habría que recordarles que fue Leonardo el que consiguió que la pintura fuese considerada una "humanidad" y la única manera que tuvo de hacerlo fue unir la pintura a las matemáticas, que ya eran una humanidad. La pintura sin un trasfondo técnico, sin composición, sin saber de color, de luz, etc, no debe de ser una humanidad. Y si alguien se atreve a desmentir a Leonardo, pues que diga abiertamente que Leonardo estaba equivocado. Pero por favor, que se lea primero "El tratado de la pintura".