Los teóricos de la Música suelen hacer una distinción entre dos tipos claramente diferenciados: la música absoluta y la música programática. Cuando hablan de música absoluta se refieren a aquélla cuyos componentes son sólo musicales, desmarcados de la poesía o la pintura, con títulos que no evocan imagen o sentimiento alguno, sino que tan solo refieren la forma musical, y que por tanto se tiene, en teoría, por música pura. Es música programática aquélla que en su concepción se ha visto influida por motivaciones extra-musicales, caso, por ejemplo, de los Poemas Sinfónicos, inspirados por novelas, paisajes, cuadros, e incluso concepciones filosóficas. En el terreno de la inspiración motivada por la filosofía hay que destacar la segunda sinfonía del compositor danés Carl Nielsen, conocida con el sobrenombre de "Los Cuatro Temperamentos".
La doctrina de los Cuatro Temperamentos es el primer intento de tipificación de la conducta humana según criterios de comportamiento diferenciados. Fue Claudio Galeno en el siglo II d.C., quien estudió las formas de desatar la aparente uniformidad del hombre, llegando a la conclusión de que se podían distinguir en él cuatro temperamentos: sanguíneo, flemático, colérico y melancólico. Su fundamento se encuentra en las enseñanzas de Hipócrates, que ya en el siglo IV a.C. aplicó al cuerpo humano los componentes del caos natural (aire, agua, fuego y tierra), elementos que se correspondían con la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra. De la mayor o menor proporción de estos elementos en el cuerpo humano derivó Galeno esta tipificación psicológica, estableciendo una sencilla tabla: a) Preponderancia de Flema=Flemático; b) Preponderancia de Sangre=Sanguíneo; c) Preponderancia de Bilis Amarilla=Colérico; d) Preponderancia de Bilis Negra=Melancólico.
Los músicos estamos familiarizados con esta distinción por cuanto sirvió de base para la famosa Doctrina de los Afectos, que impregnó la vida musical del hombre Barroco; pero ya antes la empleó Hildegard von Bingen en sus tratados sobre medicina natural. Hildegard estudió profundamente los remedios contra la melancolía, atribuída a un exceso de bilis negra. Según la compositora, una eliminación deficiente de bilis negra conduce a humores nocivos, depresión, ataques reumáticos y problemas de metabolismo; Hildegard propone un remedio contra esta afección: "tomar rosa y apenas un poco menos de salvia, reducir a polvo y, en el momento en que la cólera se manifiesta, presentar este polvo delante de la nariz, porque es cierto que la salvia calma y la rosa alegra".
Como he dicho, el hombre Barroco se interesó por la teoría de los afectos, también influenciado por la obra de Descartes de 1649 "Les Passiones de l'ame", donde se apuntan seis afectos principales: admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza. El afecto, pues, será uno de los mayores intereses de los compositores barrocos, y será uno, tal como afirma Sandra P. Rosenblum, y sólo uno, el que podamos percibir en la mayoría de las obras de este período. Los músicos barrocos estaban en extremo implicados en mostrar los afectos en sus composiciones, de hecho, en la época de Bach, ante la ausencia de indicaciones de "tempo", el movimiento de una pieza se deducía principalmente del afecto, que -siguiendo a Harnoncourt- había que adivinar con buen juicio. En consecuencia los músicos eran muy sensibles a los valores afectivos de los ingredientes musicales, y de ahí la existencia de tablas que relacionaban los intervalos con los afectos. Así, una tercera descendente reflejaba la melancolía; una cuarta ascendente lo grave y lo solemne; una sexta menor ascendente se tenía por lamento. Propongo al final una serie de ejemplos de obras de Bach, donde se aprecia claramente cuál es el afecto que domina cada composición:
La principal laguna de la tipificación psicológica en función de los afectos es que se basa en las diferencias perceptibles de la afectividad. Tal como afirma Carl Jung en su tratado "Tipos Psicológicos", para los siglos anteriores al nuestro otras funciones diferentes a los afectos estaban en la penumbra y no se percibían. De ahí que el afecto resulta ser "un estado excepcional entre la maraña de comportamientos y emociones; hay que apelar a otras funciones psíquicas que son por lo menos tan propias de nuestra personalidad como el afecto, si es que no lo son más (...) vamos de un estado en el que junto al afecto son reconocidos como válidos otros factores". Y no va a ser al músico romántico a quien le atribuyamos el mérito de desprenderse de la unidad afectuosa en pro de la multiplicidad de sentimientos, sino al Clasicismo liderado por Haydn y Mozart, y propulsado por los hijos de Bach.
Los músicos del Estilo Galante se fueron desvinculando del afecto único en favor de un estilo rico en elementos de contraste. A partir de 1750 el afecto perdió su carácter unificador y se diluyó en la multiplicidad, "las emociones no eran estáticas, sino susceptibles al cambio", argumentaba Forkel. El contraste, pues, se convirtió en elemento principal del nuevo estilo instrumental, ya que la música debía expresar "las modificaciones múltiples de los sentimientos a través de la expresión musical". Músicos como Koch y Quantz desarrollaron un estilo musical altamente sensible cuyo objetivo era la consecución de una expresión íntima y conmovedora, construida sobre líneas melódicas fragmentadas, diversidades rítmicas, silencios inesperados, frecuentes cambios dinámicos y una acusada ornamentación. Además, un movimiento literario surgido en Alemania alrededor de 1770, llamado "Sturm und Drang", (Tormenta e Ímpetu), vino a recalar en el estilo musical de Haydn, que afligido por su estética produjo una serie de obras de expresividad agresiva. Con ello se enriqueció el lenguaje musical del Clasicismo y se llenó de tonalidades menores, síncopas, cromatismos, ritmos explosivos e incluso recitativos instrumentales...
Me pregunto, al término de escribir esta entrada, si acaso son la evolución del afecto y del temperamento, y las razones esgrimidas por Jung para explicar la multiplicidad de ellos, los culpables de que resulte tan complicado interpretar a Mozart y a Haydn...