Hace poco mostraba en este espacio mis reticencias hacia las músicas nupciales. Apuntaba que las marchas de entrada y salida de los novios habían perdido su interés musical, dada su reiteración. Reordando estas reflexiones me hallaba hace un par de semanas mientras interpretaba este repertorio en el defectuoso órgano de la Iglesia de San Mateo, en Gran Canaria, con motivo de una boda. Sin embargo, discutiendo este asunto con algún músico en la fiesta correspondiente, concluimos que más bien al contrario, la expulsión de estas piezas de su contexto original ha perjudicado a la obra a la que pertenecen. Esto es algo que ocurre a menudo. Nadie podría negar, por ejemplo, que la bella melodía del Cisne de Saint-Saëns, ha eclipsado completamente al Carnaval de los Animales, de la misma forma que el Lamento de Dido ha eclipsado a la ópera de Herny Purcell.
La marcha nupcial conocida simplemente como "la de Mendelssohn" es parte de la música incidental que el compositor alemán realizó en 1842 para la representación del "Sueño de una noche de verano", la comedia teatral de Shakespeare escrita en 1596. Se trata de catorce números musicales de los que la Marcha Nupcial es el décimo. Como en muchas otras obras Shakespeare situó la acción dramática en tiempos más antiguos que el suyo propio, y en ciudades bien distantes. El Sueño de una noche de verano acontece en la ciudad de Atenas, bajo el reinado de Teseo.
Nos encontramos, pues, con dos parejas en un bosque; una (Hermia y Lisandro) huye de una severa ley ateniense, y otra (Helena y Demetrio) persigue a los primeros. Oberón, rey de los duendes del bosque, observa el desprecio que Demetrio dispensa a la pobre Helena. Muy empático, hace llamar a su presencia a Puck, un fiel espíritu, algo disperso, bromista y fanfarrón, al que solicita que ponga remedio a este sinsabor de la joven ateniense. Para que florezca el amor en Demetrio, Puck habrá de verter sobre sus ojos el jugo de una extraña flor, de suerte que se enamore de aquella persona que vea al despertar. Pero Puck se confunde de ateniense y vierte el líquido sobre los ojos de Lisandro que, por un juego de graciosas coincidencias, ve a Helena antes que a nadie, enamorándose al punto de ella.
Este es el desaguisado de Puck, de quien vamos a averiguar algunas cosas más, tanto por su valor simbólico como por la atención que otros compositores le dispensaron; pero detengámonos un momento para escuchar el "Scherzo", segundo número de la obra de Mendelssohn, donde se presentan Puck y las demás hadas. Escuchemos dos versiones, la orquestal dirigida por Stokowsky, y la adaptación para piano de Rachmaninov, interpretada por Yuja Wang.
Nos encontramos, pues, con dos parejas en un bosque; una (Hermia y Lisandro) huye de una severa ley ateniense, y otra (Helena y Demetrio) persigue a los primeros. Oberón, rey de los duendes del bosque, observa el desprecio que Demetrio dispensa a la pobre Helena. Muy empático, hace llamar a su presencia a Puck, un fiel espíritu, algo disperso, bromista y fanfarrón, al que solicita que ponga remedio a este sinsabor de la joven ateniense. Para que florezca el amor en Demetrio, Puck habrá de verter sobre sus ojos el jugo de una extraña flor, de suerte que se enamore de aquella persona que vea al despertar. Pero Puck se confunde de ateniense y vierte el líquido sobre los ojos de Lisandro que, por un juego de graciosas coincidencias, ve a Helena antes que a nadie, enamorándose al punto de ella.
Este es el desaguisado de Puck, de quien vamos a averiguar algunas cosas más, tanto por su valor simbólico como por la atención que otros compositores le dispensaron; pero detengámonos un momento para escuchar el "Scherzo", segundo número de la obra de Mendelssohn, donde se presentan Puck y las demás hadas. Escuchemos dos versiones, la orquestal dirigida por Stokowsky, y la adaptación para piano de Rachmaninov, interpretada por Yuja Wang.
La figura de Puck, el granuja, en su representación como duende del bosque es una de las formas en que aparece el "Espíritu" en los cuentos de hadas y en los mitos. Podemos hallar a este personaje bajo los aspectos de un padre, un anciano sabio, un sacerdote o cualquier personificación que ostente cierta autoridad espiritual, y se muestra como una figura que incita a la acción cuando el héroe es reacio a ella; su principal finalidad es poner a funcionar un proceso de reflexión, que no pocas veces acontece en el terreno del sueño. El que se presente en aspecto animal o en forma de figura grotesca implica un campo de acción extra o sobrehumano, fuera de la conciencia, en otras palabras, y en este sentido es significativo que las tropelías de Puck ocurran durante el sueño de los personajes, y siempre bajo el amparo del frondoso bosque, sobre cuyas cualidades simbólicas ya hablamos en otra ocasión.
Este personaje representa "la ayuda sobrenatural", uno de los doce estadios por los que pasaban los héroes de los relatos antiguos, integrados en tres grandes apartados: la partida, la iniciación y el regreso. Según Joseph Campbell "para aquellos que no han rechazado la llamada [a la aventura] el primer encuentro de la jornada del héroe es con una figura protectora (a menudo una viejecita o un anciano), que proporciona al aventurero amuletos contra las fuerzas del dragón que debe aniquilar (...) No es raro que el ayudante sobrenatural tenga forma masculina. En el mundo de las hadas puede tratarse de algún diminuto habitante del bosque, un hechicero, un hermitaño que aparece para dar al héroe el consejo que requiere.Así, Puck se encarga de insuflar valor en la acción de los jóvenes enamorados, pero a diferencia de otros guías (léase Virgilio como guía en el infierno de Dante, el Mago Merlín como consejero del sufrido Rey Arturo, o los conocidos Obi-wan y el maestro Yoda en las sagas de Star Wars) este pertenece al período menos desarrollado, al período denominado Trickster (bribón), que carece de todo propósito más allá del de su mera satisfacción, y va por la vida enlazando granujerías (este es el argumento del poema sinfónico Till Eulenspiegel, de Richard Strauss, así como la descripción del dios nórdico Loki).
Dado su carácter arquetípico, no es de extrañar que los artistas de todas las clases hayan dedicado cierta atención a su figura. El gran retratista inglés Joshua Reynolds pintó el cuadro "Robin Gooldfellow" que encabeza esta entrada, y otros como el ilustrador Arthur Rackham, el pintor suizo Johann Heinrich Fuseli y William Blake realizaron extraordinarias pinturas empleando al personaje como modelo. En la música, hay que destacar la existencia de una ópera de Benjamin Britten llamada "A midsummer night´s dream", donde el personaje de Puck está exquisitamente tratado; el compositor noruego Edvard Grieg debió sentir por los gnomos, duendes y elfos una gran fascinación, pues las descripciones musicales de estos seres abundan en su obra para piano; y Claude Debussy dedicó al geniecillo un homenaje dentro de su primer libro de preludios para piano. Escuchemos ahora un poco de esta música.