Como ya sabrán muchos melómanos, el director de orquesta Josep Pons ha desvelado el contenido de la que será su última temporada al frente de la orquesta nacional de España, antes de asumir en 2012 la dirección de la del Liceu de Barcelona. El eje temático de esta temporada es el París de principios de siglo XX, y su concierto inaugural, que se celebrará el día 10 de septiembre de este año 2011, estará dedicado al llamado Exotismo Oriental. Pero, ¿qué relación existe entre la música francesa de principios del siglo XX y la de los países asiáticos?
Realmente no hay que acudir a los alrededores de 1900 para encontrar una relación tan manifiesta como la que se presenta en obras de Debussy o Ravel. Ya en 1844 el compositor Félicien David había compuesto la oda sinfónica "Le Désert", con motivos orientales que llamaron la atención de Gounod, Bizet o Saint-Saëns; y antes había publicado una serie de "Melodías Orientales", para piano, en cuyo prefacio afirma que su música oriental está destinada a ser agradable al oído occidental. Por su parte, Berlioz ya se había familiarizado con la música china al estudiarla durante la exposición universal de 1851, en Londres; y Louis Bourgault-Ducoudray había producido en 1882 su interesantísima "Rapsodie Cambodgienne". Este último fue profesor de Historia de la Música en el Conservatorio de París, y Debussy uno de sus alumnos.
Pero como ocurre en todas las ramas creativas, rara vez a un precursor le es dado admirar el desarrollo de su materia, y son otros quienes, tomando el relevo, se apoderan de los nuevos avances y los llevan a las máximas expresiones. En este caso, los ejemplos de Ravel y Debussy, y en menor medida los de Satie, son los más brillantes.
Estos compositores son los beneficiarios musicales de dos realidades que a la sazón se dieron en Francia. De un lado, la perspectiva oriental se acercó a Francia como consecuencia de la expansión del imperio colonial francés. En efecto, a finales del siglo XIX Francia contaba con la Indochina entre sus colonias. Se trataba de protectorados y colonias en el sureste asiático integrados por Cochinchina, Tonkin, Annan, Laos y Camboya. Las tres primeras conforman lo que hoy conocemos como Vietnam. Y de otro, las Exposiciones Universales que se celebraron en París en los años 1867, 1878 y, sobre todo, 1889, acercaron a la población parisina las realidades del Imperio Colonial.
Con mucho, la Exposición de 1889 fue la más intensa para estos compositores. Preparada con carácter conmemorativo de la Revolución Francesa, y para la que se construyó la famosa Torre Eiffel, contó con numerosos pabellones dedicados a las colonias francesas y con otros dedicados a los países del lejano oriente. De ahí se impregnaron no sólo los músicos sino también los pintores del exotismo oriental. Rusia, Japón, China, todos estos países trajeron sus realidades culturales a los parisinos de finales del siglo XIX, dejando su huella en la producción de los compositores. No es casual que Debussy escogiera la gran ola del ilustrador japonés Hokusai para ilustrar la portada de su tríptico "La Mer". Pero de entre todas las curiosidades que modificaron la concepción musical de los franceses de este período, las más fructíferas fueron las de los indonesios de Java y Bali, que desataron la admiración tanto de Debussy como de Ravel, ya que ambos introdujeron en su música cuánto pudieron aprender de la de aquéllos.
Las muestras más características que los indonesios trajeron a las exposiciones de París fueron las orquestas de "Gamelanes". La palabra Gamelán hace referencia a muchos tipos de agrupaciones en las que se encuentran instrumentos como el gong, tambores, metalófonos, o flautas de bambú, que se combinan para crear estructuras polirrítmicas. Este es el elemento definitorio, una enrevesada técnica de interrelación de ritmos que ellos llaman "Kotekan". Son grupos muy frecuentes de las islas de Java, Bali, Lombok y Kalimantan. La estructura básica de una pieza interpretada por la orquesta de gamelanes consiste en una melodía principal (llamada en Java "Balungan"), acompasada por ciclos repetidos de tañidos de gong, y acompañada por otros ritmos y sonidos muy elaborados que florecen al margen de la melodía principal. Los instrumentos se construyen con materiales como bambú, madera, cuero de animales, hierro o bronce; y el trabajo sobre estos metales está cargado de un amplio significado espiritual. Debido a esto, los indonesios son dados a realizar grandes ofrendas rituales cargadas de flores e incienso antes de interpretar una pieza. Respecto a la afinación de estos conjuntos no podemos hablar de una afinación clara, ya que disponen de un complejo sistema de temperamento cuya comprensión desarrolla el músico a lo largo de toda su vida.
Esta es la música que admiraron Debussy y Ravel y que plasmaron en numerosas obras. En una entrevista que concedió Ravel al periódico holandés "De Telegraaf" en 1931, encontramos las siguientes palabras: "Considero la música javanesa la más sofisticada del lejano oriente, y con frecuencia saco de ahí la inspiración; por ejemplo, Lainderonnette, con el tañido de las campanas de sus templos, proviene de Java, tanto armónica como melódicamente". También se le atribuye a Ravel la siguiente afirmación "Al lado de la música javanesa, el contrapunto de Palestrina es cosa de niños".
Escuchemos a continuación un poco de música en la que estos maestros evocan el lejano oriente, plasmando en sus obras las influencias del Gamelán Javanés.
Martha Argerich y Nelson Freire nos muestran a Lainderonnette, la emperatriz de las pagodas de Ravel:
Por supuesto, aquí incluyo un video de una orquesta de gamelanes:
Y otras cosas de músicos franceses y oriente:
Claude Debussy.- Pagodes, Claudio Arrau, piano
Una danza oriental, en mi opinión no muy inspirada, de Félicien David.
El programa de la temporada de la ocne 2011-2012