Ya hemos hablado en otro momento sobre la influencia de algunos padres en los talentos musicales de sus hijos, y de como aquéllos se esfuerzan, algunos con más éxito que otros, para fomentar su desarrollo. Tal vez los ejemplos más notables sean los de Leopold Mozart y Friedrich Wieck, que dedicaron gran parte de su vida y de su trabajo a la educación musical de sus hijos. No deja de ser llamativo que, por algún motivo, los hijos de estos esforzados maestros rompieran relaciones con sus respectivos progenitores, lo que no obvia que, en gran medida, se le deba a ellos parte de su éxito como compositores y como instrumentistas. Al otro lado de este extremo se encuentran los padres que, por ignorancia o por majadería, no contemplan las posibilidades musicales de sus hijos, y aún los hay que reconociéndola, en lugar de fomentarla, la oprimen. Este es el caso de Guillame Joseph Chaminade, padre de nuestra compositora de hoy.
El señor Chaminade, violinsta aficionado y responsable de una empresa de seguros, se permitió construir una villa en 1865 en Vésinet, en la que se instaló junto a su esposa y su hija Cecile, que a la sazón contaba con 8 años de edad. La madre era una excelente pianista y una muy lograda cantante, y enseguida reparó en las excepcionales cualidades musicales de su hija. Afortunadamente no fue la única.
No le faltaban a Monsier Guillame amigos de renombre en la sociedad parisina del momento, que pasaban por la villa a hacer una visita al empresario y a refrigerarse con alguna delicatessen. Uno de estos amigos resultó ser el compositor Georges Bizet. Fue él quién sugirió a al padre la posibilidad de que la niña -a quien llamaba "pequeña Mozart"- ingresara inmediatamente en el Conservatorio, y se pusiera bajo la tutela de Félix le Couppey. El severo Chaminade no quiso oir hablar del tema, pero sí dio un veredicto que, por desgracia para él, ha quedado registrado. Declaró imprudentemente que una mujer de la burguesía estaba hecha para ser una buena madre y una buena esposa, y no para trabajar. Esta aseveración no desalentó ni a Bizet ni a la madre de Cécile, Marie-Stephanie. Al fin se le permitió a la pequeña recibir clases de piano, armonía y composición con Le Couppey, Savard y Benjamin Godard, respectivamente, pero con la condición de que éstas fueran de carácter privado. De esta forma Cecile Chaminade tuvo acceso a una educación musical competente, si bien al margen de la ebullición del Conservatorio de París.
La familia Chaminade se muda entonces a un piso en la Rue de Rome, 69. En esta nueva residencia se toma la costumbre de reunir de forma habitual a las grandes personalidades de la música, y de ofrecer veladas musicales en las que Chaminade, que compone desde los ocho años, comienza no sólo a darse a conocer como pianista, sino a obtener los elogios de gente de la talla de Saint-Saëns, Gounod o Chabrier. A raíz de estas veladas sus asistentes difunden las cualidades de Cécile por todo París, y pronto comienza a hablarse de ella en todos los círculos musicales. Poco tiempo después, en 1877, debuta en público en la Salle Pleyel interpretando tríos de Beethoven y alcanzando un notable éxito de crítica. Al año siguiente, su maestro Le Couppey organiza un concierto exclusivamente dedicado a las obras compuestas por la propia Chaminade. A partir de este momento se inicia una frenética actividad compositiva de la que surgen numerosas obras catalogadas como Música Seria, por ejemplo el trío para piano op.11, el Capricho para violín y piano op. 18, y su primera obra sinfónica Suite para orquesta op.20. Al mismo tiempo que cobra fuerza la música de Chaminade se inicia un renacimiento de la música francesa y una independencia de la misma con respecto al romanticismo alemán. En 1871 se funda en la Societé Nationale, una institución llamada a alentar a los músicos franceses con la ejecución de sus obras, así como a recuperar las obras de los antiguos maestros Gluck y Rameau. En este contexto se estrena a instancias de esta sociedad la Suite para Orquesta, y obtiene un inmediato éxito y reconocimiento.
Pero un duro golpe acontece en la vida de Cécile el 28 de julio de 1877. En un momento en que su música se cuenta y se escucha en este renacimiento de la música francesa, y en el que su propia obra comienza a adquirir unas notables dimensiones junto a la de sus colegas masculinos, Guillaume Chaminade muere súbitamente, dejando a la familia en una precaria situación. En efecto, el antaño hábil y astuto empresario de seguros habría ido desgastando su fortuna como consecuencia de una serie de malas inversiones. Pronto afloran los problemas y Cécile se ve forzada a tomar una inmediata resolución con respecto a su vida y a la de su madre viuda. Consciente de que se encuentra en un momento propicio para su obra, renuncia a la composición de obras de amplia factura. Es cierto que ha cosechado grandes éxitos con su ballet Calirrohe, una ópera cómica llamada La Sevillene, y un magistral Cocertstük op. 40 para piano y orquesta, pero los beneficios económicos no han comepensado el tiempo y las energías invertidas en la composición de estas obras.
Se impone una necesidad. De un portazo renuncia a las grandes formas musicales y dedica su talento a componer pequeñas y fáciles obras para piano. Su mentalidad de empresaria, heredada probablemente de su padre, y la agudeza de su ingenio, le hacen comprender que el género de la canción francesa está cosechando grandes éxitos en la sociedad. No se equivoca. De su pluma comienzan a salir innumerables melodías con acompañamiento de piano, ligeras, fáciles, pero con una certeza melódica que las hacen accesibles. El éxito está garantizado. Las editoriales de música se disputan sus partituras y en poco tiempo se convierte Chaminade en la primera mujer que vive de la publicación de sus propias composiciones.
De esta manera explota su faceta como compositora, pero también como pianista. Su fama se extiende inmediatamente por Europa e inicia una serie de giras que la llevan por todo el continente, recalando incluso en Turquía. Pasa por Inglaterra, donde la reina Victoria la recibe en su palacio de Windsor, y da recitales en Estados Unidos. Nada menos que el precidente Roosevelt la recibe a su llegada al Nuevo Mundo. Se convierte en un ejemplo a seguir y muy pronto empiezan a surgir por Estados Unidos numerosos clubs femeninos de admiradoras, los clubs Chaminades, que alaban su dedicación e independencia. Hasta 100 clubs Chaminades listó la revista L'Echo Musical en 1908.
En este período se suceden también acontecimientos que van a ensombrecer el éxito de la compositora. En 1901 contrajo matrimonio con un modesto editor musical veinte años mayor que ella llamado Louis-Mathieu Carbonel. Sin embargo Cecile no adoptó en ningún momento el apellido de su marido. Además firmó un contrato por medio del cual se reservaba la posesión absoluta de su patrimonio y sus ingresos. Este matrimonio duró hasta que siete años después Monsieur Carbonel falleció inesperadamente. No volvió a casarse y además obvió las relaciones con los hombres, esto es lo que afirma su sobrina, porque no deseaba someterse a su autoridad y perder su independencia profesional. También su madre, que la había acompañado en todas sus giras, murió en 1912.
Devota de su música, Chaminade supo rehacerse una vez más ante la adversidad y continuó viviendo de sus publicaciones y de sus conciertos. Realizó numerosas grabaciones entre 1901 y 1914 en rollos de pianola y cuando estaba saboreando el éxito estalló la Primera Guerra Mundial. Ante este acontecimiento los intereses de Chaminade cambiaron, se alejó de la composición y de la interpretación y aceptó un puesto de directora en un hospital de reposo en Les Sablettes, cuyo principal cometido era atender a soldados enfermos. Pero antes, Francia la reconoció siendo la primera mujer compositora en obtener la Legión de Honor, en 1913. Tras la guerra su producción musical se resintió y en 1925 abandonó definitivamente la carrera musical para retirarse en Monte Carlo, donde vivió hasta el 13 de agosto de 1944.
Huelga decir que la historia de la música, de la que ya he dicho alguna vez que es una disciplina injusta, dio de lado a Chaminade y a su obra, por considerar ésta una música de salón de carácter menor. No he encontrado ni una sola mención a su nombre en varios manuales de historia de la música que he consultado; y en los así llamados Diccionarios de Compositores, tampoco. A pesar de que compuso aproximadamente 400 obras son escasas las grabaciones que podemos encontrar hoy en día de su música. El sello Deutsche Gramophon grabó una serie de canciones interpretadas por Anne Sofie von Otter, llamado "Mots d' amour", pero "olvidó" incluir el nombre de Chaminade en la portada.
Escuchemos ahora un poco de su música:
1.- Concertino para Flauta y Orquesta op. 107 Helsingborg Symphony Orchestra – Flute Concertino, Op. 107: Concertino For Flute And Orchestra, Op. 107
2.- Chanson triste.- Bengt Forsberg – Chaminade: Chanson triste - Dans les profondes mers
3.- la propia Chaminade tocando su tercer vals de concierto en rollo de pianola. Cecile Chaminade – 3rd Concert Waltz Op.80
4.- el segundo movimiento del trío op. 11.- The Rembrandt Trio – Piano Trio No. 1 in G Minor, Op. 11: Andante y el tercero: The Rembrandt Trio – Piano Trio No. 1 in G Minor, Op. 11: Presto leggiero
Gracias por este excelente artículo!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Federico. Me alegra que te haya gustado.
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