A modo de comentario de la entrada anterior, La tercera etapa, Brendan refiere que ha observado casos de pintores en que la longevidad y la calidad de su producción no casan del todo bien, y se pregunta si los músicos responden al mismo patrón.
Mi impresión es que tanto al componer como al interpretar, las etapas productivas son parecidas a las que señalaba el señor Storr, y que salvo en casos en que no acompañe la salud, los músicos han seguido componiendo e interpretando hasta la vejez, sin menoscabo de su calidad musical. Más bien al contrario, creo que llegado a ese punto el artista despoja a su creación de toda connotación tangente a ella que pueda interferir en la comunicación. Por ejemplo J.S. Bach, que tanta controversia suscita por la indeterminación del término Klavier -esto es que "klavier" puede referirse a cualquier instrumento de teclado disponible en su época (clavicordio, espineta, etc...)-, compuso al final de su vida "El arte de la fuga", sin determinar siquiera para qué instrumento o para qué agrupación estaba designada, de suerte que existen grabaciones de esta obra en las más dispares de las formaciones.
En el terreno de la interpretación ocurre algo semejante, pero en este caso voy a dejar que sean los mismos intérpretes quiénes lo muestren. A continuación dejo una serie de enlaces de músicos que alcanzaron una notable longevidad y que siguieron interpretando, con más naturalidad y proyección, si cabe, que cuando eran jóvenes.
1.- Claudio Arrau, en el recital de su octogésimo cumpleaños:
2.- Horszowski, que dio su último recital a los 97 años:
3.- Arthur Rubinstein, que toca sin despeinarse unos estudios de Chopin:
4.- Vladimir Horowitz tocando una sonata de Scarlatti:
4.- Vladimir Horowitz tocando una sonata de Scarlatti:
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