El pasado día 8 de diciembre se celebró en Madrid la clausura del año Chopin con una jornada maratoniana de doce horas de duración, organizada por los Teatros del Canal. A lo largo de esas doce horas se ofrecieron conciertos y proyecciones audiovisuales sobre la vida y la obra del compositor. Paralelamente a este evento la programación de Radio Clásica organizó una tertulia con una serie de invitados de reconocido prestigio en el mundo de la interpretación y la investigación, de la que se esperaba arrojar algo más de luz, entre otras cosas, sobre las capacidades orquestales de Chopin. Con mayor o menor acierto los contertulios despacharon el asunto estableciendo criterios tales como que no le interesó el sinfonismo más allá del piano, que no le hizo falta alguna o que no tenía tiempo (agobiado como estaba por la inspiración y por su mala salud); aunque a pesar de todo no orquestaba "tan mal". El contrapunto lo interpuso la pianista Mariana Gurkova, para quien la orquestación de Chopin resultaba perfecta. Yo encuentro mi explicación en el hecho de que Chopin no pudo desarrollar su interés por la orquesta sencillamente porque murió a los 39 años, y para defender mi postura voy a echar mano del autor de "La música y la mente".
El psiquiatra inglés Anthony Storr, en su libro "Solitude" habla del "Tercer Período" y relaciona los tres períodos principales de la vida de una persona con los creativos de los compositores. Explica que como hasta la persona más talentosa tiene que aprender su técnica expresiva, y es susceptible a las influencias de sus maestros y sus predecesores, el Primer Período es aquel en que el artista no ha descubierto aún su voz individual, si bien ha producido obras de una genialidad indudable. La genialidad depende de la capaciad para producir obras que compitan con el propio entrenamiento, y una vez que el artista ha iniciado un camino que se desliga de su aprendizaje entra de lleno en el llamado Segundo Período. En él, su maestría y su individualidad resultan evidentes. El segundo período suele abarcar la mayor parte la vida de un artista, pero muchos compositores bien pueden morir en el transcurso de esta etapa o incluso antes. Siguiendo al mismo autor, Mozart, Schubert, Purcell, Chopin y Mendelssohn vivieron unas vidas tan cortas que no tuvieron tiempo para mostrar la clase de cambios que resulta tan manifiesta en las obras de Beethoven o de Liszt.
En los últimos años de la vida de Liszt, no encontramos rastro de los antiguos excesos de sus primeras etapas. Más bien al contrario, nos encontramos con obras de carácter más introvertido, despreocupadas de las formas, experimentando con la atonalidad y algunos efectos "impresionistas". Liszt nació en 1811 y no fue hasta 1848 que empezó a interesarse plenamente por la orquesta con la aparición de sus primeros Poemas Sinfónicos. La composición de estos 13 poemas sinfónicos lo mantuvo ocupado con la orquesta hasta 1882, año en que compuso el último. Si, como Chopin, hubiera muerto en 1849 poco de este legado orquestal habría llegado siquiera a concebirse. Antes de los poemas sinfónicos, Liszt muestra un interés casi exclusivo por el piano.
No son casos distintos los de Schumann y Brahms. Schumann, que también nace en 1810, no produce la Sinfonía Renana hasta pasados los cuarenta años, así como las tres sonatas para violín y piano; Al igual que Liszt y Chopin, hasta entonces se centra casi fundamentalmente en su producción pianística. Por su parte, Brahms, que nace en 1833, estrena su primera sinfonía (a la que parece que le dedicó quince años de trabajo) en 1876, y a partir de esa fecha surgen las tres restantes, el concierto para violín en re mayor y del doble concierto. Por tanto Brahms, hasta los 43 años no se decide por el sinfonismo, tan cómodo se encuentra componiendo principalmente para piano.
Las dotes de orquestador, teniendo en cuenta la calidad de los pocos ejemplos en que Chopin trata a la orquesta, las habría desarrollado excepcionalmente. Gershwin, por ejemplo, cuyo trato de la orquesta en obras como "Porgy and Bess" o el "Concierto para piano" es indiscutible, compuso originalmente su "Rhapsody in Blue" para piano y banda de Jazz. La versión orquestal que todos conocemos se la debemos a Ferde Grofé.
Escuchemos a continuación alguna de las obras citadas, compuestas en la Tercera Etapa.
Escuchar la tertulia:Escuchemos a continuación alguna de las obras citadas, compuestas en la Tercera Etapa.
Para saber más sobre la tercera etapa y estudiar unos vídeos de artistas longevos:
Interesantísima la reflexión, creo que se puede extender a casi todas las profesiones. En el caso de la pintura ocurre lo mismo, pero creo que además al envejecer, los pintores en su mayoría pintan peor. No se si a los músicos les pasará igual
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